III
DECLARACION DE AMOR
Visitas
reales.- Manda Moctezuma construir un palacio a la reina y la traslada a él. –
Declara Moctezuma su amor a la hermosa viuda. – Rechaza Xochiquetzal la
proposición de matrimonio. – Muere cautiva la reina, pero fiel a la memoria de
Atonaltzin.
Moctezuma,
fiel a su propósito, visita a la reina cada cinco días. Ella lo recibía con
todo decoro y respeto; él caballeroso y galante le prodigaba consuelos y aun le
daba esperanzas de volver a su país.
No
juzgando Moctezuma digna de una reina de su mansión de recreo, la mando construir un palacio, y concluido,
la traslado personalmente a él y la rodeo de toda clase de consideraciones.
Moctezuma sin violentar al corazón de la hermosa viuda quiso cautivarse sus
afectos a fuerza de generosidad y de magnificas liberalidades. Ella comprendía
que la amaba el anciano rey, y que por eso hacia tanto en su obsequio, y
conociendo su corazón decía: “solo tengo para él un gran tesoro, el de mi
eterna gratitud.”
Por fin
Moctezuma, después de muchas visitas, se resuelve a declarar su amor a la
reina, y le habla en estos términos:
“Idolatrada
princesa: os eh probado con hechos significativos que os quiero con ternura y
hoy os digo que pretendo de vuestra belleza y de vuestras cualidades morales,
que os amo con pasión y que deseo haceros participe de mi trono. Os ofrezco mi
mano; tened la bondad de consultar vuestro corazón, y decirme sin recelo si la aceptáis.”
“Mi
rey, le contesto la viuda, la reina Xochiquetzal, vuestra cautiva, os quiere
como se quiere a un protector, como se ama a un padre, y así os tengo en el
fondo del corazón. Vuestras bondades me obligarían a aceptaros por esposo, lo
mismo que la vanidad y la conveniencia; pero es el caso que encuentro yerto mi
corazón para el amor; así que si late aun a impulsos de la sangre, es porque
ella lo alienta mecánicamente, mas no le imprime vida, es decir, alegría, que
es la felicidad mundana; fuego, que es el amor.
“Si os dijera,
señor, que os amaba, sin sentir amor por
vos, sería una mujer infame y os sacrificaría, porque mis caricias y mi ternura
no estarían con vos. El orgullo de ser esposa de un rey poderoso como sois, no
me alaga, como también me inclina la conveniencia de hacer libre a mi pueblo,
por medio del ascendiente que ejerciera en vos. Sacrifico todo, todo, en aras
de la felicidad a la memoria de mi esposo, con tal de parecer digna a vuestros
ojos y a los de la sociedad tenochca.
“No os
vayáis a enojar con esta resolución, nacida de la intimidad del alma, porque
lastima vuestra dignidad. Yo se que sois bueno conmigo hasta el exceso, y a
esta bondad me acojo, suplicándote me perdonéis esta falta. Yo señor, os seguiré
queriendo como a mi padre y vos a mí como vuestra hija.” Tomo la mano Moctezuma
y le imprimió un beso en señal de respeto.
“Criatura
angelical, le dijo el enamorado rey, me habéis cautivado con vuestros
razonamientos y os amo ahora más que antes. Pensad con calma sobre mi
pretensión, y tened entendido, que sin vos no puede vivir este monarca.”
Moctezuma
se despidió de la reina viuda, diciendo en su interior: “es obra del tiempo y
de las circunstancias la posesión de esta linda mujer.”
Por
algún tiempo la corte, y principalmente las damas, estuvieron pendientes de los
resultados de la pasión de Moctezuma.
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